Historiografía


Por: Gabriel García "Yollotriel"

Era de noche y ahí estaba “el collar, la pluma rica” contemplando el mundo desde su gran magnificencia, pero se sentía en soledad y quiso tener compañía y así fue como creo a los primeros Seres que eran vástagos de su pensamiento y estuvieron con él-la antes que se hiciera otra cosa. Y les habló y les propuso cantar temas de música, pero muchos de ellos sólo entendían la parte de la que ellos provenían, así cada quien cantó por su cuenta durante mucho tiempo o simplemente escuchando y poco a poco su comprensión se hizo más profunda, y crecían en unisonancia y armonía.

Entonces él-la convoco a los Seres y les dijo que se haría una Gran Canción, con la cual pasarían cosas maravillosas, se sentó y los contemplo durante mucho rato; fue así como los Seres entonaron sus cánticos y por cada palabra que brotaba de sus pensamientos iban naciendo y creciendo las cosas en el mundo, él-la durmió y sus hijos cantaron y cantaron…

Al amanecer él-la despertó y contempló embelesado lo que sus hijos habían creado y vio que era bueno…

… cuentan los hombres.

Aquí estamos en la vida como arrojados a ella, venimos sin pedirlo y nos vamos sin quererlo; tal vez el máximo guion escénico tenía preparada nuestra salida de las bambalinas y nos deja mostrados sin previo ensayo. Después de nuestro debut, se vuelve complicado el hacer las correcciones pertinentes, es decir, poder escribir nuestros argumentos y líneas futuras y ¿por qué no?, revisar la estructura de su historia para contar la parte que nos toca, contar aquello que otros han callado o los han callado, voltear y ver que estamos arrastrando un sinnúmero de argumentos que han solidificado un rumbo y con ello, un ideal.

Cuando los españoles llegaron a lo que posteriormente fue llamado continente Americano, nos llamaron exóticos, nos llamaron indios, indígenas pero desde una forma despectiva, sin considerar la repercusión que esto tendría a futuro; en la actualidad podemos seguir escuchando expresiones como: “¡pobre indito!, ¡pinche indio!”, ¡pareces indígena!” entre otras, sabemos que muchas palabras de nuestro vocabulario de uso cotidiano no sabemos cuál es su significado, pero las utilizamos a manera de ofensa o denigre. Si ahora nos ponemos a pensar en esas palabras con las que nos dieron nombre, sabemos que su raíz es meramente referente a un origen, al lugar de procedencia o de donde se habita, esto lo resolvimos con algo no tan complicado como fue buscar la información, sin embargo, cuando le preguntemos a un Tzotzil, nahua o maya sobre su origen, nada tendría que ver con la invención que hicieron los españoles de nosotros.

Cuando nos hacemos preguntas sobre nuestra procedencia, es innegable hacer un recorrido en la mente, en el tiempo y en el espacio; ya alguien más hablo sobre la posibilidad del tiempo y el espacio paralelos, porque no podemos partir de esta ingeniosa construcción para preguntar sobre los tres tiempos establecidos y preguntar sobre nosotros mismos en un momento, porque así como vamos dando respuestas se van modificando estos tiempos, nada es estático en el mundo, mucho menos el conocimiento, la historia.

Cada vez que pensamos, que realizamos una acción, que utilizamos alguno de nuestros sentidos, cuando aparecen nuestros sentimientos, cuando hacemos cualquier cosa que nuestro organismo biológico puede realizar: hacemos historia. En alguna ocasión nos hemos puesto a pensar en nuestro leitmotiv, de una u otra forma, somos una pieza fundamental en el desempeño de esto que se construye día a día, de esto que llamamos cotidianidad; sin embargo, parece que no es importante nuestro accionar o por lo menos eso es lo que nos han dicho. La frase “el todo es la unión de las partes” ha quedado un poco desvencijada a través del tiempo, porque ahora la unidad ha sido comprendida desde otras perspectivas, hemos resignificado de alguna manera la visión que absorbe cada vez más y más y no se cansa, hemos comprendido lo importante de nuestra estancia, somos los constructores de la historia, de una historia que se vive con otras historias; no de la historia que se escribe con inicial mayúscula, sino, aquella que se compromete con sus símiles, que toma la importancia debida de sus acciones y las realiza con la intención de no dejar vació para aquel que volteé cuando ya no se exista, aquella historia que siempre queda oculta, que es escombro, que es desperdicio y que como tal siempre se ha querido ocultar, desvanecer, desaparecer.

La historia no es otra cosa que aquel hilo en el dedo que no dejará que olvidemos con facilidad aquello que tiende a ser grotesco, aquello que por vivirse de manera diferente a lo establecido, agrede y transgrede una idealidad que nosotros no hemos construido, pero que estamos construyendo.

Y al final ¿qué es en lo que nos convertimos?

Sería importante ir deshilando en los sujetos, el convencimiento y la interiorización realizada desde el nacimiento, antes de y después de él, es de importancia saber que se puede ofrecer una visión diferente de las cosas que se tienen por dadas, es categórica la resignificación que podemos dar a las cosas cuando combinamos verbos con sustantivos y éstos no quedan ahí, no son terminales, sino que les damos la continuidad que podrían tener los puntos suspensivos.

Historiar/nos-es poder tomar decisiones, elegir, tomar la responsabilidad que los actos le corresponden, no se trata únicamente de tomarlos, sino hacerlos parte de uno, interiorizarlos y afrontarlos de manera propositiva, historiar/nos-es representar y darle sello distintivo a las acciones realizadas, de que serviría hablar del “bien hacer y del bien actuar” si en la práctica es todo lo contrario; esto va más allá de cualquier ensamble teórico, de cualquier articulación práctica.

En una posible estructuración y alternativa proposición, sería importante adecuar visiones intermitentes que requieren del espacio para otorgar sus experiencias, sus inquietudes, sus rechazos y también sus aprobaciones; cuando no se brindan las oportunidades de dialogo, de intercambio, simplemente se rompen, se coartan y se extinguen todas las cosas en la que se cree (no es cuestión fe), ponemos barreras contra las cuales se ha, se está luchando.

De forma primaria es indiscutible la necesidad de crear espacios en los cuales sean la palabra y la acción conciente, parteaguas indispensable para llevar a cabo uniones, acuerdos y conjunciones de pensamientos divergentes, buscando de tal manera, la creación que retome todas las ideas y pensamientos existentes, siempre tratando de convocar y de hacer participes a la mayoría de la sociedad, pensando que es de interés común el manejo de todas las cuestiones donde intervenga la humanidad, estableciendo un vinculo importante con la naturaleza; al existir la reconceptualización de modos y maneras, de signos y significados, de sujeto, verbo y predicado, de teoría y práctica, de individual y colectivo, etc., se requerirá de mayores esfuerzos donde estén contenidos todos los sueños, aspiraciones, utopías y construcciones permanentes que el sujeto deberá estar destruyendo-reconstruyendo-construyendo, para dar la esencia requerida; historiar/nos-es: estar viviendo y no sólo vivo, es vivir para la vida y no vivir por vivir.

Sugerencias y Comentarios al autor: gabostich@hotmail.com

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