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Por: Ana Karen Hidalgo
Danzón, Mambo, Chachachá, Cumbia; ritmos alegres y sensuales de origen latino que desde hace aproximadamente cien años forman parte del folklore de muchas ciudades a lo largo del continente americano.
Mezcla de los bailes Europeos y las percusiones africanas de los esclavos que los conquistadores traían con ellos, surgieron sones bailables que movían el cuerpo de nativos y extraños en el “nuevo continente”.
Como es propio de las danzas latinas, poco a poco evolucionaron y adquirieron también sonidos característicos de cada lugar al que se extendían, así, las parejas de bailarines encontraron en estos ritmos, el ritual perfecto para acercar sus cuerpos de modo cadencioso y sensual, con compases que les alegraban el corazón y los invitaban a reconocer el cuerpo del otro y una nueva forma de lenguaje.
A pesar de los diferentes ritmos que han nacido y la fuerza que adquieren, ninguno ha logrado extinguir por completo las composiciones de Dámaso Pérez Prado con el Mambo universitario, Beny Moré al ritmo de “pero qué bonito y sabroso bailan el Mambo las mexicanas, mueven la cintura y los hombros igualito que las cubanas”, o
Hoy estas canciones se bailan en los salones y se han vuelto parte de una élite generacional, sin embargo, para rescatarlas como parte de la rica cultura popular de nuestro país, agrupaciones como La Instrumental Orquesta Tropical Los Elegantes, compuesta por jóvenes músicos, organizan shows ambulantes las tardes dominicales en la calle de Madero esquina con el callejón Filomeno Mata en el Centro de
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